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Writer's pictureCarlos Alonso

Los Messerschmitt en España

Updated: May 9, 2018



El Messerschmitt Bf 109 fue, si no el primero (mérito que corresponde sin duda al Polikárpov I-16), sí uno de los primeros cazas modernos, y uno de los que gozaron de una carrera operacional más larga: desde la segunda mitad de la década de 1930 hasta bien entrados los 50 en países como Suiza, Finlandia o Rumanía. Si considerásemos su último derivado español, el HA-1112 M1L, su carrera se alargaría hasta mediados de los 60, coexistiendo con la 2ª y parte de la 3ª generación de reactores. Fue también el avión de caza construido en mayor número en toda la Historia (casi 34.000 unidades sin contar sus derivados españoles), y uno de los que más victorias aéreas acumularon durante su uso operativo, superando varios de sus pilotos alemanes la cota increíble de los 300 derribos individuales (recordemos que el mayor “as” norteamericano de la 2ª Guerra Mundial, Richard Ira Bong, no superó los 40).


Aunque su nacimiento se produce apenas un año y medio después que el del I-16, las diferencias entre ambos aviones son inmensas. El Bf 109 (no “Me 109” como a veces se le llama, ya que fue diseñado en la época en la que Willy Messerschmitt aún no era propietario de la Bayerische Flugzeugwerke, a la que aluden las siglas BF) no es ya un “pionero”, sino un diseño maduro con un potencial de desarrollo del que el soviético carecía casi por completo. Así, si las versiones iniciales, Bf 109B-D, se midieron en régimen de igualdad con aquél en los cielos españoles, y la versión “clásica” Bf 109E hizo lo propio con los Spitfire y Hurricane en la Batalla de Inglaterra, los desarrollos finales, Bf 109G-K, fueron aún capaces de enfrentarse dignamente a los Mustang y Thunderbolt de la 8ª Fuerza Aérea que escoltaban las masivas formaciones de bombarderos aliados en los agónicos meses del ocaso del Reich. Después de esto, el desarrollo del caza con motor de pistón se agota como tal, y da comienzo la era del reactor… ¡Pero al Bf 109 aún le quedan por delante muchos años de vida operativa!


Los vuelos de los primeros prototipos, Bf 109V1 a V3, se efectuaron entre mayo de 1935 y mayo de 1936, de manera que el estallido de la Guerra Civil española en julio de ese mismo año resultó “providencial” para poder llevar a cabo las primeras pruebas en combate real del nuevo aparato. A finales de 1936 se enviaron a España, de forma experimental, tres de los diez prototipos construidos, y durante los primeros meses del año siguiente se procedió a organizar ya las primeras escuadrillas operativas con los Bf 109B de producción integrados en el Jagdgruppe 88 de la “Legión Cóndor”, la fuerza de intervención militar que el III Reich envió en ayuda del general Franco.


Bf 109E-3 del Oberleutnant Hans Schmoller-Haldy, 3.J/88, a principios de 1939.

Entre 1937 y 1939 combatieron en nuestros cielos las sucesivas versiones del Messerschmitt Bf 109B, C, D y E, contribuyendo esta valiosa experiencia, no sólo al desarrollo de este avión en particular, sino al de las tácticas de guerra aérea en general.


Al finalizar la contienda, varios de estos cazas ex­-Legión Cóndor se quedaron en territorio español y fueron incorporados al recién creado Ejército del Aire, que empezó nutriéndose, como es lógico, de aparatos supervivientes de los dos bandos. De este modo daba inicio una relación entre España y el Messerschmitt Bf 109 que se prolongaría durante casi treinta años (1936-65), mucho más que en su propio país de origen o en cualquier otro de los que operaron este mítico avión de combate.

Messerschmitt Bf 109B-2, Escuela de Caza de Morón de la Frontera (Sevilla), 1945.

Tres escuadrillas de Bf 109E constituían el material más moderno del arma de caza cuando se fundó el Ejército del Aire español en octubre de 1939. De hecho, aunque escaso en número (el grueso de esta arma lo componían varias docenas de Polikárpov I-15 e I-16 ex-republicanos), se trataba de material puntero en ese momento; pero la 2ª Guerra Mundial acababa de estallar, y los países implicados competían frenéticamente en una carrera tecnológica que hacía que cualquier aparato de primera línea quedase obsoleto en cuestión de meses. Así, a finales de 1940 estaba ya lista la versión F, que suponía un rediseño casi completo del Bf 109 original, fácilmente reconocible por el aspecto más aerodinámico del morro del avión, las puntas de las alas redondeadas y la rueda trasera retráctil.


No fue hasta 1943 cuando el gobierno español pudo hacerse con 15 de estos aparatos… que para entonces ya habían sido reemplazados en Alemania por la siguiente versión, la 109G. Quince BF 109F de segunda mano (apodados aquí “Zacutos” por alguna razón desconocida) fueron, por tanto, lo mejor con lo que pudo contar el arma de caza de nuestro país durante los años finales de la 2ª Guerra Mundial (ver ilustración de portada). Se había comprado la licencia para fabricar aquí la nueva versión G-2, pero Alemania, bajo la presión del esfuerzo bélico (o tal vez por desconfianza hacia el gobierno español), no pudo o no quiso suministrar los motores Daimler-Benz DB 605A prometidos, de tal modo que el Ejército del Aire se acabó encontrando con un buen número de células de Bf 109G-2 ya construidas que no podía motorizar.


…Y así comienza la aventura propiamente española del Messerschmitt Bf 109. Nuestros ingenieros se pusieron manos a la obra para equipar los aparatos construidos con motores de fabricación nacional. Como banco de pruebas se eligió un veterano Bf 109E-1, que voló exitosamente desde el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid) equipado con un motor Hispano-Suiza 12Z-89. Se procedió entonces a dotar de esta planta motriz a una primera serie de 25 células de Bf 109G-2, dando lugar al modelo denominado Hispano Aviación HA-1109 J1L. Diversos problemas con el motor llevaron pronto al desarrollo de una segunda versión, HA-1112 K1L, con la planta motriz mejorada. Su prototipo voló en 1951, al mismo tiempo que, en la lejana península de Corea, los F-80, F-84 y F-86 norteamericanos se batían contra los MiG-15 soviéticos en los primeros duelos aéreos entre reactores. Había un desfase tecnológico, es cierto; pero eso no resta mérito a la labor de los ingenieros españoles, que trabajaron con lo que tenían, en pleno bloqueo internacional al gobierno de Franco. Aquí no podía entrar la tecnología punta que se estaba desarrollando en otros países.

Bf 109E-1 convertido en banco de pruebas para testar la instalación del motor Hispano-Suiza HS 12Z-89, en abril de 1945. El fuselaje trasero conserva aún el esquema de pintura característico de la Legión Cóndor.

A mediados de los cincuenta, cuando el bloqueo empieza a ceder, el gobierno logra cerrar con el Reino Unido la compra de una considerable cantidad de motores Rolls-Royce Merlin 500-45 con hélice Rotol de cuatro palas (un motor espléndido en su momento, que en su país de origen resultaba, a esas alturas, prácticamente inútil), y la unión de esta planta motriz con la célula ya añeja del Bf 109G-2 dará lugar al modelo definitivo HA-1112 M1L, conocido como “Buchón” por el aspecto abultado del carenaje inferior del motor, que recuerda al buche de un palomo (o a un pelícano, según otros). Por contraste con las cuatro palas de la hélice del Buchón, el modelo anterior, HA-1112 K1L, pasó a ser conocido como “Tripala”, siendo muchos de ellos reconvertidos posteriormente a Buchones.

Una escuadrilla de Buchones del Ala de Cazabombardeo Nº 7, con base de El Copero (Sevilla), a principios de la década de 1960.

El Buchón no nace ya con vocación de avión de caza. Habría sido uno magnífico 15 años antes, pero cuando entró en servicio, en 1957, la evolución tecnológica y la Guerra Fría habían impuesto un nuevo tipo de interceptador a reacción de altísimas prestaciones, más parecido a un misil tripulado (piénsese en el F-104 Starfighter), que nada tenía que ver con este tardío descendiente de los “clásicos” de la Guerra Mundial. Sin embargo, para un país relativamente aislado como era todavía España (aunque el bloqueo internacional estaba tocando a su fin), resultó ser un aparato útil. El Buchón llegó justo a tiempo de intervenir en misiones de apoyo en el conflicto de Ifni y el Sahara, sobre un terreno escarpado y sin oposición aérea en el cual un reactor supersónico habría estado fuera de lugar. Poco después, España se alinearía con el bloque occidental y empezaría a recibir material bélico de su nuevo aliado norteamericano. El Ejército del Aire tuvo al fin sus cazas a reacción de primera línea… y hay testigos que aseguran que el nostálgico Buchón y el futurista Starfighter convivieron durante un breve período de tiempo en los aeródromos españoles, ofreciendo un toque de anacronismo fugaz y un tanto irreal.


Los últimos Buchones se retiraron del servicio activo en 1965, pero desde entonces no han dejado de aparecer cada cierto tiempo en la gran pantalla, interpretando el papel de sus legendarios antepasados, los Bf 109, en películas que van desde La Batalla de Inglaterra, de 1969 (la que reveló el potencial cinematográfico del Buchón español), hasta la muy reciente Dunkerque, de 2017, convenientemente caracterizados, eso sí, con el camuflaje y las insignias de la época.

Un fotograma de la película “La Batalla de Inglaterra”. Además del Buchón “disfrazado” de Bf 109E y perseguido por un Spitfire, en primer plano, podemos ver detrás un CASA 2.111 haciendo el papel de Heinkel 111: obsérvense los motores Merlin, cubiertos con un carenaje similar al de los bombarderos Lancaster británicos.

Especificaciones técnicas (HA-1112 M1L):

  • Longitud: 9,13 m

  • Envergadura: 9,92 m

  • Altura: 2,60 m

  • Peso máximo: 3.330 kg

  • Motor: Rolls-Royce Merlin 500-45 de 1600 HP

  • Velocidad máxima: 665 km/h

  • Alcance máximo sin depósitos adicionales: 765 km

  • Techo operativo: 10200 m

· Armamento: dos cañones Hispano-Suiza HS.404 de 20 mm y ocho cohetes Oerlikon de 80 mm

Texto escrito originalmente para Bellumartis Historia Militar

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